miércoles, 28 de enero de 2009
jueves, 22 de enero de 2009
lunes, 12 de enero de 2009
En un beso sabras todo lo que he callado
Venia camino a casa cuando cruzo una plaza y logro percatarme de que hay alguien entre los arbustos tratando de esconderse, o huir en una circunstancia que esa persona no quiera que yo lo viese más de lo que ya lo había visto anteriormente. Simplemente seguí caminado pero mirando por encima de mis hombros, en un parpadeo me doy cuenta de que se asoma, sus ojos azules que se notaban a cinco metros de distancia lograba distinguirlos completamente de que no era cualquier persona, porque a la vez no me miraba como si cualquiera lo hubiese hecho alguna vez.
– ¿Quién eres? –pregunté impaciente por ver quien se asomaba entre medio de ramas y un par de hojas que desnudaban a gran parte de los arbustos.
– Aléjate de mí! –contestó de una manera muy tímida que hasta sentí titubear su mandíbula –no te me acerques.
No entendía muy bien que era lo que pasaba en esa persona que me respondía de tal manera, muy asustado, como si fuese a hacerle algo. Un tanto decidido me acerque un par de metros para poder apreciarlo mejor, ya que su mirada me había dejado atónito.
– No te me acerques, te lo ordeno.
Su cabellera rubia con un corte entre sacado en diferentes puntos de tu cabeza, su mueca correcta y de cálidos ojos azules brillantes, de tés muy blanca, contextura delgada y ropa blanca muy elegante me dejaban anonadado ante mí, como si yo fuese cualquier cosa pasando por una tierra vaga y sin importancia para nadie.
– ¿Quién eres? –después de ver desprendidas sus ropas logro apreciar algo que me deja completamente paralizado, plumas de color blancas salen de la espalda sin ningún sentido racional a todo lo que pueda existir en esta tierra, pero demasiado sentido a todo lo que siempre me imaginaba –eres un ángel! –le dije apresuradamente sin pensarlo.
– No le digas a nadie que me viste o si no algo muy terrible me podría pasar –sus ojos no paraban de brillar y su mueca era tan perfecta que no cabía el temor en estos momentos en un margen de lo que le fuese a ocurrir o de que simplemente yo no me quisiese dar cuenta de que le pudiese pasar.
– Tranquilo, no te voy a hacer daño, ni tampoco le diré a nadie de que te vi, de modo, nadie me creería.
Logro asomarse por completo y su hermosura no lograba de dejar de serlo en un lugar lleno de barro y tierra. Tome asiento de una forma que el se pudiese sentir cómodo y que no pareciera un poco intimidante ya que todavía tenía miedo, pero miedo a que?
– Te invito a sentarte para que hablemos un rato, para que te tranquilices un momento –lo invite mirando la banca de concreto roja que se expandía a lo largo de toda la plaza en la que nos situábamos.
Tomando asiento y mirándome fijamente con sus preciosos ojos y reluciendo sus enormes alas acurrucadas en su espalda, sin intercambiar ni una sola palabra.
– ¿Cómo te llamas? –pregunte rompiendo el silencio que había en ese preciso momento.
– Demian.
– Que interesante nombre, ¿Qué significa?
– El que surgió del pueblo.
Lograba notarlo más tranquilo después de una corta conversación en donde intercambiamos tan solo un par de palabras simples que cualquiera pudiese tener, pero para mí eran especial ya que era un ángel.
– Que bien, yo me llamo Emanuel, pero todos me dicen y me conocen por ma…
– Te conozco perfectamente y se de toda tu vida –me interrumpió abruptamente y dejándome para dentro cuando menciono referente a que me conocía perfectamente, y si fuese así tal vez sabe muchas cosas de las que siempre me he preguntado eternamente, preguntas que nunca han tenido solución –sé lo que piensas y sé lo que quieres preguntar –prosiguió hablando después que él había callado al cabo de interrumpirme –de modo que tengo todas las respuesta pero aun así no te las puedo dar, no te puedo hablar lo que hay después de la muerte o que si hay vida en otros lugares del universo, hasta ni siquiera te puedo responder de tus preguntas más personales que puedas tener.
Hubo una tregua por un buen rato en donde el simplemente no quitaba su mirada en mí y yo esperando a que en cualquier momento desplegara sus bellas alas.
– ¿Dónde está tu felicidad que traías hace un momento? Tu sabes perfectamente que la vida tiene miles de emociones y cosas lindas en las que puedes depositar tu energía, pero no las desperdicies en cuestionarte que es lo que realmente pasa –pasando un gran escalofrío por mi cuerpo, lograba entender a quien se refería –qué más da si le gustas o no, qué más da si ella fuese muy parecida a ti o tan ideal para una relación en la que se pudiesen llevar muy bien. Simplemente aprovecha cada momento que se pueda dar a su lado, no pidas más de lo que las circunstancias te puedan regalar, si hubiesen oportunidades aprovéchalas, pero no te cuestiones todo…
– ¿Y como saber que realmente pasa? –lo interrumpí después de todo lo que llevaba diciendo.
– Te está gustando demasiado y cualquiera se puede dar cuenta que tú podrías ser enormemente feliz con ella, pero aun así tienes que estar tranquilo para cualquier cosa que fuese a pasar, tanto para buena que me alegro si fuese así o también para mal que lamento cualquier cosa que te pueda afectar.
– ¿Y qué va a pasar?
– No te puedo responder eso, como te digo, simplemente aprovecha cada oportunidad que puedas tener…
Comenzó a sonar en ese preciso momento el celular, le pedí disculpas y tuve que contestar un numero que me resultaba un tanto familiar, al cabo me di cuenta que era mi padre preguntando que donde me encontraba y respondiendo a eso avisando que estaba afuera de la casa, en la plaza del frente. Me quede callado después de haber cortado, reflexionando cada cosa de las que me había dicho, logrando encajar cada pieza en su lugar y poder tener una razón lógica a todo lo que me decía.
– Tengo miedo –le dije un tanto tímido y a su vez temblando por un motivo que desconocía.
– Sí, lo sé –afirmo a lo que dije –tienes miedo a que te puedas volver a enamorar de una amiga en donde ella simplemente te de la mano cuando caminen por la calle y te de miles de abrazos, para después compartir solamente la amistad que hay en común, como te paso con la Pao.
Abundo el silencio en donde aquel personaje hizo pausa para que lograra ordenar todas las ideas que abundaban en mi cabeza.
– Tu ahora sabes lo que buscas y ella te lo da, aprovéchalo y de tal manera, si te das cuenta, ella también quiere lo que tú tienes para entregar, no apresures las cosas ni tampoco presiones al tiempo ni el destino, ya que son muy impredecibles y nunca sabes lo que realmente puede pasar.
Siento la reja de mi casa abrirse en donde miro rápidamente a ver quién era, mi padre gritandome a la distancia para que pudiese escuchar. “¿qué estás haciendo?” y respondí diciéndole, “nada, estoy con un amigo…” fue cuando mire a Demian y ya había desaparecido delante de mí.