lunes, 13 de abril de 2009
Sentado en los bancos de mi universidad, acompañado de mi amigo Demian, mi amigo personal que muchas veces me acompaña a todos lados sin que nadie lo note, y no porque sea callado o muy reservado, si no, simplemente porque nadie lo puede ver, es un ángel.
Yo le conversaba de la gente que había entrado a la universidad, de quienes eran nuevos y quienes no, el solo me respondía afirmando con su cabeza, no le importaba mucho, ya que él conocía perfectamente a cada uno sin necesidad de mirarlos. Es un ángel, ellos lo saben todo, saben lo que pensamos y lo que vamos a hacer. Dice que los humanos somos muy predecibles, logramos acercarnos a los resultados mucho antes de planificar lo que queremos y que todo se vuelve monótono para ellos. Me explica que entre ángeles se ríen de nosotros y hacen apuestas a escondidas.
Yo por mi parte simplemente le tiro el humo de mi cigarro, ya que ellos tienen prohibido fumar, a su vez cuando le pido que me acompañe a comprarme una coca-cola o tomar un café, pero me reprocha contándome cosas que pueden pasar con mi vida pero siempre dejándome a medias o me empieza a explicar de las constelaciones y estrellas, de esas cosas que nadie puede imaginar y él los cuentan como las creaciones más maravillosas del mundo.
-¿Crees que este año llegue gente más interesante que otras veces? –le pregunte con ansias de saber que podía responder, ya que estaba aburrido de siempre lo mismo, la misma gente y nada entretenido.
-Hay mucha gente interesante que te rodea y aun así no terminas de conocerlas –respondió con sus escusas que me sacan de quicio.
Cuando empieza a dar esas respuestas enfermantes, esas respuestas que a mí me molestan, porque dicen mucho pero a la vez nada. Con el paso del tiempo me di cuenta que lo envidio, envidio el saber que piensan los demás, saber que va a pasar o como sería viajar de parís a nueva york en un parpadeo, poder ver esas constelaciones, estrellas, supernovas y todas esas cosas de las que siempre me habla. A su vez, yo también le envidio, en especial cuando le explico cómo se sientes cuando recibes una llamada inesperada que te deja con una gran sonrisa, hasta temas de sexo, cuando disfruto comer y poder hacer cosas que solos los humanos las encuentran interesantes.
-Pero tan solo quiero saber si puede existir algún ángel hecho de carne y hueso –refunfuñe queriendo que me contara.
-Solo te pido que no estropees las cosas y mira frente a ti.
Sentada justo frente a mí, conversando de algo aparentemente entretenido, ya que sonreía con una facilidad que radiaba a cualquiera que la viese detenidamente, sus ojos claros que encandilaban a quien fuese por culpa de su bello cabello que los lograban hacerse más notorios, su mueca era perfecta ya que todo lo que hacía, lo lograba con una facilidad que nadie pueda explicarse de porque en la simpleza esta la esencia de las cosas bellas.
-Es un ángel –susurre despacio para mí, pero Demian logro escucharme.
-No lo estropees –nuevamente me advirtió.
Me saque los lentes para poder apreciarla mejor, justo en eso logró percatarse de que la estaba viendo detenidamente, me reconoció y me hizo un gesto con su mano a la distancia como queriéndome saludar, le respondí de tal manera que en un impulso logre ponerme de pie, acercarme y saludarla.
-Hola –la salude un tanto tembloroso.
-Hola! –respondió con una sonrisa que mi mente logro grabar.
-Así que… tú eres Carmín…
Yo le conversaba de la gente que había entrado a la universidad, de quienes eran nuevos y quienes no, el solo me respondía afirmando con su cabeza, no le importaba mucho, ya que él conocía perfectamente a cada uno sin necesidad de mirarlos. Es un ángel, ellos lo saben todo, saben lo que pensamos y lo que vamos a hacer. Dice que los humanos somos muy predecibles, logramos acercarnos a los resultados mucho antes de planificar lo que queremos y que todo se vuelve monótono para ellos. Me explica que entre ángeles se ríen de nosotros y hacen apuestas a escondidas.
Yo por mi parte simplemente le tiro el humo de mi cigarro, ya que ellos tienen prohibido fumar, a su vez cuando le pido que me acompañe a comprarme una coca-cola o tomar un café, pero me reprocha contándome cosas que pueden pasar con mi vida pero siempre dejándome a medias o me empieza a explicar de las constelaciones y estrellas, de esas cosas que nadie puede imaginar y él los cuentan como las creaciones más maravillosas del mundo.
-¿Crees que este año llegue gente más interesante que otras veces? –le pregunte con ansias de saber que podía responder, ya que estaba aburrido de siempre lo mismo, la misma gente y nada entretenido.
-Hay mucha gente interesante que te rodea y aun así no terminas de conocerlas –respondió con sus escusas que me sacan de quicio.
Cuando empieza a dar esas respuestas enfermantes, esas respuestas que a mí me molestan, porque dicen mucho pero a la vez nada. Con el paso del tiempo me di cuenta que lo envidio, envidio el saber que piensan los demás, saber que va a pasar o como sería viajar de parís a nueva york en un parpadeo, poder ver esas constelaciones, estrellas, supernovas y todas esas cosas de las que siempre me habla. A su vez, yo también le envidio, en especial cuando le explico cómo se sientes cuando recibes una llamada inesperada que te deja con una gran sonrisa, hasta temas de sexo, cuando disfruto comer y poder hacer cosas que solos los humanos las encuentran interesantes.
-Pero tan solo quiero saber si puede existir algún ángel hecho de carne y hueso –refunfuñe queriendo que me contara.
-Solo te pido que no estropees las cosas y mira frente a ti.
Sentada justo frente a mí, conversando de algo aparentemente entretenido, ya que sonreía con una facilidad que radiaba a cualquiera que la viese detenidamente, sus ojos claros que encandilaban a quien fuese por culpa de su bello cabello que los lograban hacerse más notorios, su mueca era perfecta ya que todo lo que hacía, lo lograba con una facilidad que nadie pueda explicarse de porque en la simpleza esta la esencia de las cosas bellas.
-Es un ángel –susurre despacio para mí, pero Demian logro escucharme.
-No lo estropees –nuevamente me advirtió.
Me saque los lentes para poder apreciarla mejor, justo en eso logró percatarse de que la estaba viendo detenidamente, me reconoció y me hizo un gesto con su mano a la distancia como queriéndome saludar, le respondí de tal manera que en un impulso logre ponerme de pie, acercarme y saludarla.
-Hola –la salude un tanto tembloroso.
-Hola! –respondió con una sonrisa que mi mente logro grabar.
-Así que… tú eres Carmín…
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