lunes, 23 de febrero de 2009

Hate That I Love You


-Te juro que la odio.

-Entiende, no la odias –me reprochaba una vez más.

-¿Crees que ella sienta algo hacia mí? –ahí estaba mi pregunta nuevamente, esa pregunta que me hago en cada momento, poniendo en duda todas las cosa que pasan cuando estoy con ella y en momento a la distancia.

Creer que tenga o no una posibilidad con ella, de verdad me hunde cada vez que lo cuestiono, poniendo en escena todas las cosas que hemos vivido en los últimos dos meses. Dejarme querer, seguir el juego, proponer algo directamente aun sabiendo la respuesta, desaparecer y hacer como si nada hubiese pasado. Cuál es la decisión más correcta por hacer, muchas cosas podrán decirme, teniendo a elección diferentes consejos pero aun no sabiendo que es lo mejor. Pero a mi lado estaba la persona que sabe cuál es la mejor elección, pero no me la quiere dar, según él, es contra la reglas revelar algún tipo de información que pueda alterar las vidas de cada persona. En realidad no entiendo muy bien a que se refiere con todo eso, supongo que es como una especie de efecto mariposa o algo por el estilo.

-Es la ley de Murphy –y ahí está su respuesta estúpida, siempre con lo mismo, todo lo que creo que va a salir mal, sale mal.

Demian se ha vuelto una persona un tato divertida, a no ser por sus comentarios irónicos que siempre me dejan al borde del quicio cuando hablamos de un tema en donde “no se puede adelantar nada”. Pero a la vez yo lo molesto con mi cigarro, porque a ellos les está prohibido fumar, a lo más tomar un café. También cuando le hablo de sexo o cosas que solamente yo disfruto, tales como el aire o la llamada de alguien, de quien no esperaba (porque ellos como saben todo lo que sucederá, no se impresionan con nada). Pero de la misma manera el me saca pica contándome de las miles de estrellas que él puede ver a poca distancia, en donde nadie cree que pueda existir un universo enorme con miles de cosas hermosas que nadie pueda imaginar.

Mi amigo Demian, aquel ángel que una vez vi en la plaza frente a mi casa, con el paso del tiempo lo comencé a conocer y descubrí que él se muere por ser yo, pero a la vez, yo muero por ser él. A él le gustaría tener sensaciones en su guatita de la misma forma que las tengo yo cuando veo a la personas que me gusta, comer un cuarto de libra, emocionarse con algún logro y fumarse un cigarro como dije anteriormente. Pero de la misma forma me encantaría ser él, envidiando sus enormes alas, su capacidad de viajas a una velocidad increíble y lo más importante, para poder saber que pasa por la cabeza de esa mujer, entenderla y poder conocer la respuesta correcta para hacer lo debido.

-Qué sentido hay si supiéramos que cosas van a pasar o que simplemente tengamos la razón en todo –empezó su charla habitual, mirándome con unos ojos de ira en donde nadie quisiese verlo –no te odio, de la misma manera que tu no odias a esa mujer.

-Y que importa toda esta mierda que pasa por mi cabeza si simplemente no pasa por la de ella, que importa si hubiese algo, cosa que no la hay.

-Pero…

-Pero nada! entiende, no la hay! porque si la hubiese, creo que ahora estaría con ella y no hablando contigo, no crees que si en todo este tiempo ella no habría querido nada de mí, simplemente me hubiese dicho adiós.

-Pero si no lo ha hecho es por algo!

-¿Por algo? ¿Por qué? ¿Por algo que no puedes decir y siempre dejándome a medias? –le gritaba con mucha rabia, ya que, no quería ver nada más que una respuesta que solo una persona me podría dar –simplemente estoy sobrando en su mundo, no crees? y que si no me ha eliminado de MSN debe ser… por… porque… porque en este mundo nadie sabe lo que quiere realmente.

-¿Y que hay de ese beso?

-Ese beso fue simplemente una wea del momento que ahora nadie se debe acordar y de una forma, fue un desorden hormonal, como lo llamo ella.

-¿Y te vas a tragar esas palabras? ¿Dejándolo así? ¿Sin ni siquiera verla desde ese entonces?

-Me da lo mismo, todo me da lo mismo, no me importa ni una puta creencia de lo que pueda imaginar, ya que todo es una ilusión y no quiero que digas que es la ley de Murphy o son cosas de la vida –le advertí –porque te juro que te golpeo.

Quedó todo en silencio, se lograba escuchar a la distancia los autos que pasaban y el aire como me trataba de consolar aquella pena que tenía en ese entonces. Llevábamos mucho tiempo sin decir nada, el me miraba todo el rato, yo al suelo matando hormigas. Finalmente rompí el silencio diciendo.

-A la mierda todo! ¿Ella sienta algo por mí?


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