Un día de almuerzo veraniego en un restorán de la costa, mi papá se pone a contar una historia que yo ya conocía, pero de una u otra forma me hizo recordarla. Llegando a Santiago la busque hasta encontrarla:
Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano se acercaban para condolerse con él y lamentar su desgracia, el anciano les repitió: ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?
Una semana después, el caballo volvió con una manada de caballos salvajes. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió: ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?
Cuando el hijo del labrador intento domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo considero esto como una desgracia. No así el labrador se limito a decir: ¿Mala suerte? ¿Buena Suerte? ¿Quién sabe?
Unas semanas más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo. Había sido ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
…realmente no sé porque mi papa nos quiso contar esa historia en un momento que tal vez no era oportuno (pero tampoco quiero decir que no lo fuese), el tema va en que después sentado en la arena por unos 10 minutos frente al mar, muchas cosas se me vinieron a la mente. Antes había dicho que no quería ir a La serena con mi familia por que unos amigos me habían invitado a la playa, una salida que viene programada de mucho antes. Muy enojado con ellos termino haciendo un trato de que iba con ellos pero a mitad de semana me devolvía a Santiago para luego ir al litoral.
Que no me haya podido ir con mis amigos el mismo día domingo y que además a última hora cambiando planes y terminando en Los Vilos, un lugar que podía haber menos gente y menos entretención sería una mala suerte? Buena suerte? Quién sabe? Y de la misma forma que me cuestionaba esas palabra viendo como el mar se desplazaba libremente por toda la orilla entendí muchas cosas que justo el día domingo en la noche escribí con tanta rabia, referente al último texto que había subido (No sé si veas todo esto, en realidad, me da lo mismo, mañana me voy de viaje y no sé realmente si vuelva a saber de ti en un tiempo, pero… pero no sabes cómo muero por un mensaje).
Y precisamente camino a Los Vilos me llega un mensaje, pero no cualquier mensaje, si no diciendo que tú estarías en los próximos días en el mismo lugar que yo me situare. Al cabo de verte y saber dónde te estás quedando me doy cuentas que estas a tan solo tres cuadras de la cabaña mía, un tanto divertido, chistoso e irónico por todo lo que pensaba el día anterior.
Quien creería que de todas las playas, de todos los destinos que puedan existir a lo largo de Chile, todas las localidades por haber y conocer, termines a tan solo 300 metros de mi, que buena suerte? Que mala suerte? Quién sabe?... En realidad si lo sé, porque fueron los mejores días de mi verano, sin duda.
Después los días se fueron desenvolviendo de la misma manera, cosas que pasaban para mal y en el momento putiando mi interior, pero después me daba cuenta que no era así y llegaba la conclusión diciendo que realmente uno nunca sabe si las cosas son de “buena suerte o mala suerte… quien sabe”. Terminando todo esto, dejo lo que habían agregado al texto que encontré en internet, no está demás incluirlo y para darse cuenta que cuando uno se despierta pidiéndole algo a Dios, el realmente cumple.
Todo lo que a primera vista parece un contratiempo puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser dañino. Así pues sería una postura sabia que dejemos a DIOS decir lo que es buena suerte y mala, y le agradezcamos que las cosas se convierten en bien para los que le aman...
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